sábado, 13 de mayo de 2023

Virginia Edition, o cómo leer las obras completas de un autor (IV). For us, the living (4)

Volumen número cuatro en la colección del VE. Si bien es cierto que el cuento de Life-Line fue su primera publicación, la novela que nos ocupa fue su primer escrito con miras a ser vendido. La única virtud de esta obra es su brevedad, por decirlo claro y en pocas palabras, ya que es un truño de mucho cuidado, infumable, lento, descriptivo y con apenas acción, y la poca que hay termina siendo un mero vehículo para construir un panfleto carente de todo sentido.

No obstante, Heinlein se basó en los contenidos de este libro para ir construyendo, al menos, sus primeros relatos, ya que retoma personajes y hechos, así como ideas, para sus próximas creaciones. Existe un análisis bastante profundo en internet, y que describe mucho mejor que yo la obra y su contexto, así que yo me extenderé solo en mis apreciaciones personales y poco más.

En otros lados se ha comentado que esta es la obra seminal de Heinlein, y que resume por completo toda su ideología y pensamiento, pero no es cierto ni de lejos. Si bien es verdad que algunos cuentos posteriores beben de aquí, y que el devenir histórico de su Historia del Futuro tiene ciertos paralelismos, la toma de ideas acaba bien pronto y Heinlein se olvida por completo de este libro y, de hecho, una vez tuvo amplia experiencia en escribir, decidió destruirla y quemó todas las copias que pudo encontrar, pero un fan consiguió rescatar una de ellas y es gracias a eso que hoy en día podemos disfrutar (obsérvese la cursiva) esta gran obra (de nuevo en cursiva).

El libro comienza con Jerry cayendo por un barranco a causa de un accidente de tráfico y golpeándose contra unas rocas en una playa. Despierta en un extraño diván junto a una joven que lo está cuidando, para rápidamente descubrir que ha realizado, al estilo de Bellami, un viaje en el tiempo y ahora está en el año 2086. Y lo primero que hace la chica, Diane, una vez que ha entablado conversación con Jerry, es desnudarse. Heinlein hasta la sepultura.

Y con la excusa de la chica explicándole toda la historia que se ha perdido, comienza el baile del rollo patatero, contando la evolución social e histórica desde su muerte en los años 40 hasta la actualidad.

Cuando Diane ya no puede explicarle más, recurre a una especie de visor que podríamos decir es un proto-ordenador junto a un proto-internet, y cuando esto es insuficiente para continuar con el pestiño la instrucción de su pupilo, páginas tras página, la chica llama a un conocido suyo que es historiador. Y más rollo.

Cansino no, lo siguiente. 

Pero resulta que no hemos empezado todavía. Esto es la introducción, el calentamiento de motores. 

La chica es bailarina, y actúa desde casa. Se enamoran (¿podría la historia avanzar de otro modo?), y algunas conversaciones resultan bastante interesantes (y típicas de Heinlein), como la que mantienen los dos con relación al matrimonio, lo absurdo del modelo de la época de Heinlein y lo guay que es en el siglo XXI. Risas garantizadas, porque Diane no es capaz de entender a Jeff y viceversa. 

Resulta que la chica tiene que realizar un baile con un compañero, que encima fue un ex, cosa que no le gusta mucho a nuestro Jeff, pero cede. Y en medio de la actuación, no se puede contener y le suelta un puñetazo al bailarín porque, bueno, porque estaban realizando el acto sexual, simulado, claro, pero es algo intolerable para la mente de nuestro protagonista. Y se lía parda.

Bueno no, el agredido da parte del acto de violencia atávica, se presenta la policía y se lo lleva detenido. En cursiva porque todo se hace con buenas palabras y mejores acciones. Al día siguiente, en el juicio, es condenado a reeducación y recluido en una clínica.

Parece que sí, que ya entramos en el tema. Pues no, todo con cursivas, porque para sorpresa de Jeff, la cárcel parece un hotel, la reeducación es… bueno, la reeducación digamos que es hablar con gente. Con una psicóloga que también le hace tilín.

Bueno, hablar, lo que se dice hablar, así en general, no, sino que se trata de la excusa perfecta de Heinlein para presentar un nuevo modelo económico mundial, creado desde cero, soporíferamente contado. ¡Joder, y tanto! ¡Hasta ecuaciones tiene! ¡Y ejercicios, que aparecen en un capítulo extra al final del libro! Más de cincuenta páginas de rollo infumable.

A ver, pensad en la cosa más soporífera que os hayáis podido encontrar en negro sobre blanco, en una clase, en una charla, en un vídeo, donde queráis. Duplicad el grado de rollo, de pesadez, de infumabilidad. ¡Qué digo duplicad! Centuplicad. Bueno, pues lo que estéis pensando resultará ameno y entretenido, divertido y chispeante comparado con esas páginas.

Y ahora viene lo bueno: ¿qué putos cojones tendrá que ver estudiar economía en modo hardcore para solucionar un problema de celos atávicos? ¿Me lo puede explicar alguien? Porque yo no lo entiendo. La única posibilidad es la de socarrarle el cerebro a Jeff (y de paso al lector) lo suficiente como para que ya no pueda pensar. ¡Lobotomía por estudio!

Bueno, tras esas conversaciones, resulta que Jeff está curado y bien curado. Tanto que lo primero que hace es meterse en la cama con la psicóloga y Diane. Y luego, hacerse piloto de cohetes y subirse a un cohete para intentar dar la vuelta a la luna, terminando esta entretenidísima novela.

Amén.

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