lunes, 24 de octubre de 2011

La caza del meteoro, Jules Verne

Esta novela es una obra un tanto atípica. Es una de las poquísimas en las que el argumento no es original de él, sino de un escritor venido a menos cuyo nombre literario fue André Laurie. Pese a desconocer la trama original, sí que se sabe gracias a la correspondencia disponible que Verne la modificó ampliamente, por lo que en general se considera que el argumento le pertenece.
Partimos de una herencia de quinientos millones de francos que es, en principio, para el doctor Sarrasin que se supone es el último descendiente vivo. No obstante, pronto se perfila un nuevo contendiente, Herr Schulze, con lo que al final el dinero queda dividido a partes iguales entre ambos.
De momento asistimos a las ansias de dinero de los abogados, que intentan construir un caso como el de Casa desolada de Dickens (que Verne nombra) pero que al final, dado que ambos contendientes se conforman, no se lleva a cabo. Esta es una faceta de la novela que no he visto comentada nunca: la malicia de los abogados para alargar y consumir todo el dinero disponible mediante el pleito.
Pero ese no es el objetivo de Verne, que tiene en su cabeza fines más altos. Por un lado, Sarrasin monta una ciudad utópica en una de las costas de Estados Unidos, y Shulze, en la otra, una fábrica de armamento que pronto se convierte en el primer suministrador bélico internacional.
Ya tenemos montada la antítesis y el choque de voluntades. El alemán, que cree pertenecer a una raza superior, se empeña hasta lo indecible en destruir la utopía porque ha sido creada por una raza inferior.
Todo esto suena, y no poco, a lo que posteriormente sabemos que ocurrió con Alemania en las Primera y Segunda Guerras Mundiales. Y es por ello por lo que durante un tiempo la obra estuvo prohibida tanto en Alemana como en España y quiero creer que en más países.
Finalmente gana el doctor Sarrasin no por su mejor hacer, sino porque Schulze comete un imperdonable error, potenciado por su propia soberbia.
Tenemos pues un enfrentamiento entre el bien y el mal en primera instancia. Una segunda lectura nos dirige hacia el tema de la preponderancia de las razas y, finalmente, una tercera (que no he visto comentada en ningún lado) nos indica que la ciencia puede estar tanto al apoyo del bien como del mal.
También se considera a esta novela como la obra bisagra entre su primera etapa sansimoniana y optimista sobre el poder de la ciencia para hacer el bien, y la segunda en la que predomina el apoyo de la misma para mantener y potenciar al dinero y a los que gobiernan.
No obstante es un libro muy instructivo y entretenido de leer pues no predominan esas densas y pesadas descripciones típicas del autor. Además, asistimos, como en casi la mayoría de las novelas de Verne, al rito iniciático masón por parte del hijo del doctor Sarrasin.

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